Reordenando fichitas

Tengo una bola de cosas pendientes, pero cualquier excusa es buena para no ponerme a trabajar sobre ellas. Por ejemplo, ahora estaba ordenando mis fotocopias de la maestría! (ya era hora, no?)

Dentro de la pila de cosas que van a parar a lugares inhóspitos del palacio están los apuntes del Maestro Fanelli. Antes de agarrar toda la pila de hojas y tirarlas (lease guardarlas) x ahí, me vino el recuerdo de sus clases. El Maestro intentaba que nosotros, brutas bestias de Ciencias Sociales blandas, podamos entender la magia de la macro. En muchas oportunidades hablamos sobre las medidas económicas de la gestión K, dedicando bastante tiempo a discutir la política mega subsidiaria del gobierno. La Nación viene siguiendo este tema (por ejemplo acá y acá) y en unos párrafos de una nota, Galak sostiene:

Los subsidios, una de las principales herramientas que en teoría utiliza el Gobierno para cumplir su objetivo de "redistribuir la riqueza", funcionan de una manera extraña: más del 40% de esos recursos terminan beneficiando a las clases medias y altas.
(...) Según un estudio de la consultora Prefinex, los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales con ingresos bajos se benefician en promedio con $ 110 mensuales cada uno con subsidios estatales a la energía, el transporte, los alimentos y los planes sociales. Quienes tienen ingresos medios o altos, en cambio, son beneficiados en promedio con $ 180 mensuales que salen de las arcas públicas. En el primer grupo hay 15,6 millones de personas; en el segundo, 6,6 millones.

Estos subsidios obviamente son disfrutados principalmente por aquellos que tienen más plata ya que son los que mayor presupuesto tienen para consumir, por lo cual no son la mejor herramienta distributiva.

Dada la presión inflacionaria y la voluntad del Estado de mantener las tarifas de los consumidores, la cantidad de subsidios fue en constante aumento. Esto no parecía un problema cuando el ingreso público también crecía, sin embargo ahora que estamos en un momento más complejo, una reducción del gasto público parece ser lo más indicado.

Reducir la cantidad de plata destinada a los subsidios, no sólo parece una estrategia inteligente desde el punto de vista económico sino también que resulta políticamente útil. Reducir la cantidad de subsidios y blanquear- aunque sea en parte- el valor real de los servicios públicos, le deja al gobierno más dinero libre para realizar políticas focalizadas.

El conflicto con el campo mostró que el gobierno carece de base de apoyo social real, por lo tanto los proyectos sobre jubilaciones y el aumento del salario mínimo (junto con otras medidas como son el aumento de las asignaciones familiares y la suba del mínimo no imponible y demás deducciones del impuesto a las Ganancias) parecerían ir en la dirección de lograr armar algo en ese sentido ya que buenas políticas focalizadas por un lado muestran capacidad de gestión y por el otro generan apoyos sociales.

Estas medidas, sumadas a la nacionalización de Aerolíneas y la "apertura" hacia los medios de comunicación, parecen ser una mágica solución para un gobierno que tuvo una luna de miel un tanto accidentada.